En la calle, Nora vende ensaladas
pasteles y
empanadas
Con el espíritu paisa circulando por sus
venas, Rosa Nora Londoño, pregona en la calle “la ensalada…”, todos los días, de 10:30 am. a 1 pm. Y, después de
las 4 de la tarde, irrumpe al lado de una avenida, con su venta de pasteles de
pollo y empanadas. Nora, ejerce sus actividades en el municipio de Rionegro,
cerca a Medellín, Colombia.
Esta vendedora ambulante trabaja para
sostenerse y ayudar a su hija Jaisuly Castrillón Londoño y a sus nietos Simón
de 15 años y Matías de 8, igual que a su yerno Julián García. “Gracias a mi
Dios de eso vivo y como no tengo sino una hija y dos nietos, yo les colaboro
mucho a ellos, yo trabajo es para mis nietos. Todo me gusta, todo lo hago con
mucho amor. Sí, soy una mujer feliz, gracias a mi Dios”.

Los domingos, Nora compra en la galería unos
treinta kilos de hortalizas, para toda la semana. La oferta de ensaladas es
variada y fresca: zanahoria, tomate, cebolla, pepino cohombro, repollo con
piña, remolacha y zanahoria cocida, lechuga y cilantro. Estos dos últimos los
adquiere, cada día, porque son muy perecederos. “Todo lo que saco lo vendo
gracias a mi Dios”.
“Yo empecé
sacando ensalada de habichuela, alverja y zanahoria, y otra de papa con zanahoria
y salchichas, pero no le gustaba casi a la gente, ahí tenía pérdida, entonces
seguí con lo que más se vende”.
La jornada laboral de Nora comienza a las 5
am., con el lavado, picada y empaque de las hortalizas, en cocas plásticas.
Después de vender las ensaladas, al medio día, regresa a su casa, lava las
cocas y hace el almuerzo si su hija no ha llegado.
Nora produce ensaladas en Rionegro, desde
hace cinco años. “Yo soy de aquí y trabajaba en Bogotá, en casas de familia, una
señora me llevó. Allá me enfermé de apendicitis, ella quería que yo saliera del
hospital derecho a seguir trabajando. Ella, no respondió por gastos, ni por
nada. Entonces, me fui para donde la señora Leonor Ortiz a pagar arriendo y ella
me dijo: Usted que es guapa paisita ¿por qué no se pone a vender ensaladitas?
Con lo que me pagaron compré y me iba muy bien”.
Después, Nora viajó a Rionegro para cuidar a
su hija que estaba embarazada y se quedó con ella. “Ahí dije yo, por aquí nunca
he visto que vendan ensaladas, yo voy a sacar, y empecé… fue muy duro empezar…
pero ya gracias a mi Dios, de eso vivo”.
“Los niñitos de dos y tres años me impulsan,
gritan ensalada… y las mamás salen a comprar”. También, son clientes los
taxistas, buseros y “mucha gente que me conoce, me colabora”. Nora vende las
ensaladas en bolsas de libra, a 3 mil pesos.
“Ya cuando me dicen que es para una sola
persona o para dos personas, ya dos mil pesos. O, ya que una señora por ahí
quiere la ensaladita y está económicamente mal, yo le vendo mil pesitos, o
esto… yo le colaboro también”.
Las principales ventas las hace en los
barrios El Porvenir, El Llano, El Llanito y Mirador del Lago, al occidente de
la ciudad. “Mucha gente me llama para que le haga la ensalada para un evento,
para un almuerzo especial, así la gente me utiliza mucho”.
“Iba yo para el Sisbén, cuando un carro muy
bonito, un hombre dizque quiubo ensalada, ¿hoy no va a sacar la ensalada? Yo dije ¡ay! no, ¿usted por qué me estaba
toriando? Me dice no… es que usted es una berraca, cómo que no, ¿adónde dejó el
carrito de la ensalada? y yo le dije ahorita lo saco… y él gritaba… consígase
una moto. La gente me llama ensalada y yo miro, yo digo, yo no me llamo
ensalada, ¿cómo se llama pues usted? Nora. La gente me dice, deme su número
para cuando yo necesite ensalada. Entonces, se los he dado y lo borran. ¿Quién
es Nora?, no la conocen. En cambio Nora ensalada, así la encuentro”.




En una esquina, Nora vende pasteles de pollo y empanadas
“Visité a una amiga que trabaja en Espacio
Público, abrió el computador y me dijo: Nora vea aquí, en este punto, para que
usted venda empanadas y pasteles. Aproveche ahora que hay esa construcción,
cerquita a su casa. Yo le dije… ah bueno. Empecé a trabajar y se me robaron la
mesa, hi…hi…hi… y dije que pereza… ¿dónde guardo yo la mesa?, porque yo vivo en
un segundo piso y no me da para subir y bajar la mesa. Ahora, una señora me la
deja amarrar a la ventana de su casa. Inicié con esas ventas este año”.
Por la tarde, Nora dispone 3 kilos de masa de
maíz, 3 kilos de papa y 2 pechugas grandes, para elaborar los pasteles de pollo
y empanadas. Sale a prepararlos y venderlos en una esquina del barrio El
Porvenir. Su tarea concluye a las 9 pm.
“En poco tiempo, yo espero tener mi negocito
muy adelante, porque vendo mucho pastel de pollo. Incluso ahorita que venga el
muchacho de misa le lleva unos pasteles a doña Marta. ¿Sabe dónde es doña Marta?,
la que tiene la tiendecita ahí, yo cada que saco, ella me compra 5, 6, ó 7
pastelitos de pollo”.
Nora es considerada un personaje entre vecinos y amigos. “Toda la gente me admira y me quiere mucho, por mi trabajo. Un policía me dice que siempre me ve riendo y dialogando con otras personas”.
“Hay veces no quiero trabajar… un domingo, me
quedo en la casa, o me voy con la hija mía a andar por ahí… a veces, no saco
las empanadas por estos calores…”
Nora, cuenta con licencia para sus actividades,
está inscrita en la Cámara de Comercio y paga impuestos. Ha recibido cursos
sobre manipulación de alimentos, en el Sena. Es un poco ajena a la tecnología
“los que cacharrean con el celular son mis nietos: tita me presta el celular,
tita le voy a crear un Whats App, tita la voy a meter al face y yo digo, hagan
lo que quieran mis amores” y ríe complacida...
Nora prefiere vender en la calle, porque los
eventos son esporádicos. En el centro educativo Coredi, cuando celebran la
antioqueñidad, “me llaman para hacer aseo en los baños, para estar pendiente
allá, entonces, de todas formas, a mí la gente me aprecia mucho y me colabora,
por un lado o por el otro”.
“También, trabajo en casas de familia y en
fincas haciendo aseo. Por ahí en el mes, yo tengo dos casas que son fijas. Yo,
pues gracias a mi Dios, mantengo muchos ánimos para trabajar en lo que me
resulte, ¿Usted puede venir a planchar una ropita? Sí... ¿Usted me va a lavar
este baño? Sí…Mientras yo me pueda mover, a mí nada me da dificultad”.
“Sin la bendición de Dios yo no soy nada. Yo
cuando me acuesto le doy gracias a Dios mío por el día que se terminó, por todo
Dios mío, gracias, gracias por acostarme, ya voy pa´ la camita. Cuando me
levanto, gracias Dios… Yo a toda hora le doy gracias a mi Dios, yo paso por la
iglesia, entro y le doy gracias por todo, gracias, porque ante todo, Dios”.
Si
usted quiere comunicarse con Nora Londoño, llame al celular 314 6697718 ó
escriba al correo rnlondoo1961@gmail.com
Rionegro, cerca a Medellín, Colombia.
















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