viernes, 2 de octubre de 2015

Mujeres conjuran el hambre
con huertas agroecológicas


“Ya no hay hambre en mi casa. A veces, no tenía que darle de comer a mis muchachos, ahora sí. No tendré una casa bonita, pero al menos no aguanto hambre. La tierra nos da la forma de comer saludable y tener hijos nutridos. Conseguir para comer es muy fácil. Antes, yo hacía arepitas y luego resultó lo de las huertas, un ingreso más en el hogar”.

Así se expresa Blanca Elena Serna Jaramillo, quien se acogió al programa de huertas agroecológicas, que lidera la Empresa de Desarrollo Urbano –EDU-, en las laderas Orientales y Occidentales de Medellín, Colombia. Acompañan este proceso, el Banco Arquidiocesano de Alimentos y la Fundación Salva Terra.

Blanca Elena vive en el barrio El Faro de la comuna 8, cerro Pan de Azúcar, donde empezó el programa piloto de las huertas. Allí, comparte con su hijo Federico Sánchez y su nieto Juan David Serna, ambos de ocho años. Esta madre cabeza de familia, viuda hace seis años, tiene siete hijos. “Lo orgánico es lindo, me ha traído muchos beneficios, porque uno vende una lechuga y compra arroz o una libra de panela”,

Para llegar a las huertas agroecológicas de El Faro, es necesario atravesar los barrios Boston, Enciso, Los Mangos y Llanaditas.

Blanca y otras mujeres, madrugan a trabajar en la huerta comunitaria. Siembran sin químicos y usan material orgánico. Cosechan lechuga, zucchini, papa criolla, remolacha, zanahoria, col china, espinaca, repollo verde y morado, brócoli, cebolla, apio, tomillo, perejil, ajo, ají, acelga de colores y criolla, aromáticas como limoncillo y otros. Son más de 25 cultivos.

Blanca Elena Serna, cuida cada detalle, en la huerta agroecológica comunitaria
Blanca Elena llegó a Medellín, hace 18 años, desde la vereda La Tolda del municipio de Santa Fe de Antioquia, desplazada por su situación económica. “En el campo trabajaba la tierra, pero no de forma orgánica. Ha sido una experiencia maravillosa comer saludable y cuidar el medio ambiente. Si tenemos tierra y no la sabemos trabajar, ¿para qué la queremos?”.

Esta líder comunitaria cocina con leña. Utiliza energía prepago para alumbrar, desde hace cinco años. No tiene agua potable. Ésta, le llega a través de acueducto veredal, proveniente de la quebrada “La Castro” de Santa Elena, que irriga fuera de El Faro, los barrios Pacífico, Altos de las Torres, Llanaditas y Golondrinas. El alcantarillado es comunitario. Sólo hay un teléfono público para la gente, en el sector. Algunas personas tienen celular.

Su vivienda de ladrillo, tablas de madera y techo de zinc, pertenece al estrato 1. Tiene 35 gallinas que empezaron a poner huevos y de las cuales aprovecha la gallinaza para la huerta.

Blanca E., con el Coordinador del programa
de huertas de la EDU, Eduardo Londoño Escobar
Esta líder, aprovecha la gallinaza para abonar los cultivos










Obra lograda por Blanca Serna. Foto
cortesía de Juan Guillermo Sanmartín


Labor integral en la huerta, realiza Blanca Elena
Blanca Elena Serna es delegada del Presupuesto Participativo, por lo que logró para su barrio senderos peatonales, pasamanos y muros de contención. Además, es integrante de la Veeduría ciudadana, del Camino de la vida. Con bingos y otras acciones obtuvo escaleras, para 20 familias de su entorno.

Hasta hoy, se han establecido 22 huertas agroecológicas en las laderas de Medellín, las que han beneficiado a 390 familias, es decir, unas 1.560 personas, con una inversión superior a $1.700 millones de pesos. Son unos 32.000 metros cuadrados de comida orgánica-mineralizada, aquí en la ciudad. Estas huertas comenzaron a finales de 2013 y hacen parte del Jardín Circunvalar. La meta es llegar a 25.

Nancy Rentería, otra líder comunitaria dice: “La huerta ha generado cambio de alimentación e integración. Muchas veces, sólo comemos arrocito y una ensaladita bien deliciosa. Pero, a veces le digo a una vecina -tengo para hacer unos frijolitos y ella me regala un pedacito de garra-. Así, intercambiamos”.

El sueño de Nancy es exportar, crecer con buena cosecha y que el comercio sea grande. Que todo el mundo las reconozca. Ella, está dispuesta a enseñarle a quien tenga un patio o una tierra, para que maneje su propia huerta.

Afirma que aprendió agroecología y que se vinculó a la huerta asociativa, desde hace seis meses, por medio del Jardín Circunvalar. Algunos de sus hijos tienen empleo en el Jardín. Sus hijas, colaboran en la huerta y con la venta de productos.

Nancy Rentería sueña con exportar, por eso está entregada a la huerta agroecológica

Hacia la huerta, Nancy Rentería -en el medio- con familiares y amigas

Jóvenes como Daniela, ayudan en la
huerta. Aquí, con su mamá, Nancy















Nancy es desplazada del barrio La Chinita de Apartadó, donde mataron a su esposo. Llegó a Medellín hace 19 años. Vino con tres hijos y aquí tuvo otros dos.

En cuanto a El Faro, expresa que hubo mucha violencia, existían fronteras invisibles. Los muchachos permanecían en las esquinas y a las 6 p.m. empezaban a tirar bala de un lado, y del otro respondían. Del miedo, algunos dormían debajo de la cama. Las personas que trabajaban no podían llegar a sus casas y debían amanecer en otra parte. Ahora, con el Jardín y las huertas, todo cambió.

Además, Nancy Rentería participa en un programa de la EDU sobre reciclaje, por lo que tiene asignadas 50 viviendas en el barrio Llanadas, donde va los martes por la mañana. Se hace al día entre $7.000 y $15.000 pesos. Cuando le prometen camas, armarios y otros enseres domésticos, ya tiene encargos por parte de sus vecinos.

Eduardo Londoño Escobar, ingeniero agrónomo, Coordinador del programa de huertas de la EDU, considera maravillosa la experiencia: “Más del 75% de las personas que hemos formado, son mujeres que vienen del campo, desplazadas de manera forzosa o voluntaria, con vocación agrícola, lo que ha facilitado su formación en agroecología, obtención de productos para autoconsumo y venta de excedentes. Ha sido muy exitoso este proceso, con mujeres de zona de ladera”.

Con las huertas agroecológicas la EDU busca recuperación y sostenibilidad ambiental, mejoramiento y conservación del suelo, mitigación del riesgo y seguridad alimentaria para los pobladores.

En el cerro Pan de Azúcar, propiedad del municipio de Medellín, viven en asentamientos irregulares, desplazados de zonas rurales de Antioquia y otros departamentos. La Unidad de Protección del Cinturón Verde, controla la llegada de nuevos asentamientos en zonas de alto riesgo no mitigable.

Hoy, Medellín tiene huertas comunitarias agroecológicas en las comunas 1, 3, 6, 8, y en el corregimiento de Santa Elena.

Las huertas agroecológicas están integradas al Jardín Circunvalar, en el cerro Pan de Azúcar
Al fondo, la ciudad de Medellín
Camino de la vida, cercano a las
huertas agroecológicas
Otro aspecto del Camino de la vida,
que conduce a las huertas

Silletas y huertas dan vida al Pan de Azúcar. Al fondo, la cima del cerro
Impacto social

El ingeniero agrónomo, David Villegas, director ejecutivo de la Fundación Salva Terra afirma que la estrategia, inicialmente, nace de las comunidades. “Ellos dicen qué quieren sembrar y consumir. A partir de ahí, empezamos las siembras planificadas, de la mano de ellos”.

La Fundación Salva Terra brinda capacitación sobre el uso del suelo, preparación de abono orgánico con estiércol de cerdo, chivo, caballo, gallina, vaca, etc. También, sobre la siembra en laderas, manipulación de semillas, cosecha de productos, importancia de los alimentos, preparación de ensaladas, recetas y oferta en el mercado.

Con las huertas agroecológicas se busca trabajo en equipo, para trascender desde lo social a lo familiar y al individuo. Los agricultores y líderes se ven como empresarios, lo que genera rentabilidad social en el territorio.

Según el ingeniero Villegas, hay familias que antes vivían con 20 o 30 mil pesos al mes. Hoy, los ganan en una semana. Esto, no mejora totalmente la calidad de vida, pero, tienen acceso al alimento, a la comercialización y al trueque.

Blanca Elena Serna clasifica las hortalizas, producto de su trabajo

Productos orgánicos nutritivos y de alta calidad
Blanca Elena exhibe una lechuga orgánica












Mercadeo de hortalizas

Los productos agroecológicos se venden en los mercados campesinos del parque La Presidenta, en el Poblado, todos los domingos hasta el medio día. Igualmente, en mercados locales, como en el barrio 13 de Noviembre y en tiendas. También, se mercadea puerta a puerta, manejo que hace, directamente, la Fundación Salva Terra.

Con el Banco Arquidiocesano de Alimentos, los cultivadores tienen acceso al bazar de trueque, en el que intercambian alimentos, por productos de aseo y hogar. Además, con este Banco se ha logrado articular el alimento producido en las laderas, para más de 22 instituciones que manejan población vulnerable de ciudad, ya sean niños, jóvenes o adultos mayores.

En cuanto a precios de los productos, son iguales o por debajo del precio convencional, a pesar de ser agricultura orgánica, de mayor calidad y valor nutricional.

Según David Villegas, “Medellín importa el 99% de alimentos, lo que requiere es comida. Aquí, hay un comercio que nos está pidiendo y tenemos una demanda alta, tratemos de abastecerlo. Luego de cumplir eso, nos podemos ir a otros sectores”.

Mercado campesino, en el parque La Presidenta de El Poblado
Muchas personas buscan alimentos orgánicos, para mejorar su salud


Si Usted quiere comprar alimentos orgánicos, vaya los domingos a.m. al Mercado campesino del parque La Presidenta, en El Poblado. También, puede comunicarse con el ingeniero agrónomo Eduardo Londoño Escobar en el teléfono 576 76 30 ext. 215, correo eduardo.londono@edu.gov.co Medellín, Colombia.





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